La historia y la histeria

Gritos de guerra y venganza en las fronteras, en las trincheras, en cada esquina, en cada refugio descubierto, en cada lugar donde poder pensar cómo devolverle al enemigo parte del sufrimiento propio multiplicado por el infinito, mientras las balas y las piedras, pregoneras de un conflicto desproporcionado e interminable, continúan representando en un infernal escenario el guión macabro, escrito por toda la humanidad silenciosa, para perpetuar en el tiempo y en la memoria el cadáver del entendimiento.

¿Cuánta sangre enfrentada habrá desbordado el mismo río? ¿Cuántas lágrimas de eternos enemigos se habrán unido en un mismo día del calendario? ¿Cuánta ceniza de palestinos e israelitas, de Oriente y Occidente, continuará arrastrando al mismo tiempo el mismo viento?. Sobran las palabras.

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Quisiera haber comenzado este 2009 opinando sobre reyes extemporáneos, sobre carros, carretas y aperos populares, sobre el pantalón de la ministra de los Ejércitos, Carmen Chacón, que tanto daño ha hecho al protocolo castrense y a su moda exclusiva según las/los retrógrados de siempre, o sobre el zombi Mariano Rajoy, carnaza en estos primeros días de enero para las distintas especies PoPulares ibéricas, unidas por un mismo fin: su descuartizamiento político.

Hubiese deseado explayarme sobre lo que me inspira la cara de boñiga del nuevo pacifista, el hijo de La Juana Chaos, en su “exilio cobarde”, o del meditado boicot de los sindicatos policiales a la llamada oficialista “socialista” de homenaje a sus víctimas; las del pueblo; al que sirven y del que son parte.

Me hubiese gustado dar comienzo a un artículo cargado de paz, concordia, solidaridad, igualdad, racionalidad, proporcionalidad…, y de un sin fin de palabras tan demagógicas y desfasadas hoy día en el mundo, incluida España, que por respeto a vosotros, lectores, he sido incapaz de ponerme manos a la obra tras conocer que el electoralista pleno empleo de nuestro particular adivino presidente ZP se ha convertido, al día de la fecha, en tres millones ciento veintinueve mil desempleados. Ya lo dijo Selma Lagerlof: “Hay que tratar con cuidado las historias viejas; se parecen a las rosas marchitas, que al menor contacto se deshojan” ¿Qué mejor bienvenida social progresista al depredador laboral 2009?

Desgraciadamente seguimos caminando sin freno al gafado marzo; a ese pronosticado marzo evolutivo laboral que el presidencial ZP augura esencial para la recuperación del tejido laboral de esta España chapuceramente globalizada a golpe de pactos bilaterales con las insaciables Comunidades Autónomas y mediáticos compromisos con sus respectivos presidentes, cuyo egoísmo mendicante nos aleja cada día un poco más del necesario federalismo ¿Cuándo se marchará a unir Oriente y Occidente nuestro pacifista presidente? España está gafada.

Mentir dulcemente sobre lo que se nos viene encima, y con ello dar la oportunidad a que alguien pudiera acertadamente tachar mis primeras letras del Nuevo Año como el resultado de un resacón de Reyes, no habría aportado nada productivo a nuestra clase obrera; como nada aporta al colectivo soberano popular la estafa de la subida del cercanías nuestro de cada día, del metro, del autobús, del recibo de la luz, del teléfono…, y de un sin fin de productos de primera necesidad que cada enero de todos los años mucho politicastro alejado de la precariedad económica del pueblo se traga como tinto de verano para mal de males ciudadanos, y que mucho desarraigado comerciante, ansioso de euros rápidos, aplica por costumbrismo y en porcentaje denunciable y vergonzante a todo lo vendible.

Del café matutino, del refresco de siempre, de la popular caña, del chato de vino y de la cara dura hablaremos largo y tendido en los lugares donde tenemos por costumbre librar las pequeñas guerras cotidianas y arreglar los problemas endémicos del país subidos de tono. Todos menos el de la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que eso si que no tiene arreglo.

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